El huerto escolar requiere unas tareas de mantenimiento que a su vez implica la obtención de los objetivos propuestos con esta actividad. Por ejemplo, Consiguen tener un contacto vivencial y directo con las plantas, los animales y la tierra.
Aprenden a valorar, cuidar y respetar el entorno, a trabajar en grupo, a cooperar, ayudarse, planificarse, a adquirir autonomía, destreza y cuidado en el manejo de las herramientas.
Experimentan la satisfacción de ver las plantas crecer gracias a la dedicación y constancia.
Aumenta su motivación y el interés por aprender al relacionar los aprendizajes realizados en la huerta con el trabajo que desarrollan en las aulas y además incrementa su curiosidad por probar y comer los alimentos que tenemos plantados, que habitualmente rechazan.
También, aprenden que aparecen plantas no deseadas como las ortigas, pero que no tienen por qué ser malas y aprovechan para conocer sus beneficios y para saber cómo deben arrancarlas sin ser ortigados.
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