Erase
una vez y mentira no es, un colegio muy sucio, en el que los niños tiraban la
basura al suelo. Olía fatal, cada vez tenían menos espacio para jugar y se
ponían enfermos de tanta suciedad.
Pero
un día, cayó un meteorito del cielo.
- ¡Vaya
susto! ¡Casi me mata! – exclamaban los niños, mientras jugaban en el recreo,
entre la cantidad de basura que había en el suelo.
De
repente, el meteorito se abrió y salió de él, algo muy raro jamás visto. Era Reciclaman, un superhéroe que enseñaría
a reciclar a los alumnos, dejando limpio su “cole”.
- ¡No
os preocupéis. Este día, el colegio limpiareis! – les dijo.
Y se
puso manos a la obra, puesto que había que tomar serias medidas o los montones
de basura llegarían hasta la luna.
Distribuyó
a los niños en cuatro grupos. Cada grupo estaba identificado con un color:
verde, amarillo, azul y negro.
El
grupo de color verde, se encargaría de recoger todas las cosas tiradas que
hubiera de cristal. Éste sería su conjuro:
“¡Cataplum, cataplim,
el vidrio lo meto en Vidrín!”
El
grupo de color amarillo, limpiaría los envases de plástico del suelo. Sus
palabras mágicas serían:
“¡Cataplum, cataplim,
el plástico lo meto en Plastikín!”
La
cantidad de papel tirada por el colegio, sería tarea del equipo azul. Mientras
recogían iban diciendo:
“¡Cataplum, cataplim,
el papel lo meto en Papelín!”
Había
además infinidad de cáscaras de fruta, de ellas se encargaría el equipo de
color negro. Su lema sería:
“¡Cataplum, cataplim,
la basura orgánica, la meto en Basurín!”
Todos
los niños estaban muy contentos puesto que habían aprendido a reciclar, gracias
a Reciclaman. Nunca más tirarían
basura al suelo, puesto que el lugar adecuado era depositarlo en Papelín, Plastikín, Vidrín o Basurín.
Si
algún día, algún niño se resistía a reciclar, le decían a coro los demás:
“Chico, tendrás que reciclar,
sino, no podrás caminar,
de tanta basura
que vas a tirar”.
Y
así, el colegio pasó de estar sucio y asqueroso, a ser un colegio bonito, maravilloso,
espectacular. Olía a rosas, a jazmín, qué gustazo poder pasear por los
alrededores. Los pajarillos cantaban y revoloteaban por allí continuamente.
Cada vez crecían más y más flores. Todos estaban maravillados, ¡menudo cambio!
Los
niños, locos de contentos, daban las gracias una y otra vez a Reciclaman, pero pronto tendría que
montarse en su meteorito e irse a salvar otro colegio.
Tan
orgullosos estaban, que le organizaron una fiesta de despedida.
“Superhéroe del reciclaje”, le
nombraron.
Días
después, aunque Reciclaman ya estaba
en otro cole, ayudando a otros niños, se seguían acordando mucho de él, nunca
más hubo tirado algo en el suelo, e inventaron además una canción, para que la
tarea de limpiar fuera algo divertido:
“De flor a flor
limpio yo,
de pajarillo a pajarillo
me ocupo yo,
y al colegio Almanzor
salvo yo.”
Con Reciclaman aprendimos que reciclar no
es aburrido, además a nuestro planeta estamos salvando y cuidando.
Recuerda
que: “reciclando podrás vivir, en este
mundo muy feliz”.
Y colorín, colorado, la
historia de
de Reciclaman se ha terminado.
Escrito e inventado por los alumnos de cuarto de Ed.Primaria.
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